La Basílica de San Francisco

El Milagro Eucarístico

La noche del 14 de agosto del 1730, los frailes  menores del convento de la  Basílica de San Francisco en Siena colocarono en el copón donde se guarda el Santísimo Sacramento,  351 hostias consagradas y después, como cada año, cerraron la iglesia y se fueron a la Catedral con toda la población para esperar la celebración de la fiesta de la Virgen del Asunción, protectora de la ciudad. Al regreso de la Catedral los frailese se encontraron con una sorpresa terrible: el Copón donde se encontraban las hostias había sido robado. La noticia se difundió rapidamente por toda la ciudad y el  15 de agosto, considerado siempre como un día de felicidad para los seneses, se caracterizó por una profunda preocupación por la desaparición de las hostias. Fue tan doloroso este hecho que se tomó la decisión de no correr el  Palio del 16 de agosto. Los días siguientes a la desaparición de las hostias transcurriron en  la búsqueda de las mismas,  hasta que el 17 de agosto en la Colegiada de Santa María en Provenzano un cura que estaba rezando a lado del cepillo donde se meten las limosnas  vió dentro algo blanco; con mucha curiosidad lo abrió y, cual fue su sorpresa al ver que las hostias se encontraban ahí dentro. La ciudad, al conocer la noticia se sintió liberada de un peso, posteriormente organizaron una procesión para llevar las hostias hacia la Basílica de . . .