La Basílica de los Siervos de María

Arquitéctura y Restauraciones

La basílica de los Siervos de Siena esta construida con ladrillos y sin muchas decoraciones satisfaciendo así la necesidad de las nuevas órdenes mendicantes de utilizar una mayor sobriedad en las formas. Existe también otra razón visto que la fachada aparece sin acabar con trazas de la ampliación de la iglesia durante el siglo XVI que tapó el más antiguo rosón. La zona absidial se muestra bien realizada en estilo gótico mientras que los vitrales son una obra contemporanea de Ulisse de Matteis. A un lado de la fachada se halla la torre campanaria construida en 1926 en estilo neogótico tomando inspiración del campanario de la catedral senesa.
La planta tiene la forma de cruz latina siguiendo la ley de San Ambrosio según la cual la iglesia debía tener la forma de la cruz de la Pasión de Cristo. El espacio interior está dividido en tres naves, la central es más alta de las dos laterales, separadas por columnas de distintos estilos y con arcos de medio punto. Según la tradición unas de éstas, atribuída al arquitecto senés Baldassarre Peruzzi, llega de un pórtico nunca realizado para la Plaza del Campo,que fue ordenado por Pandolfo Petrucci, señor de Siena a principios del siglo XVI. Doce son las columnas, unidas a los semipilares del interior de la fachada, ésto nos hace recordar el número de los Apóstoles como pilares de la Iglesia.
El interior de la iglesia presenta paredes entunicadas de blanco y claves de arcos decoradas con rosones pintados de color gris con cuadrados; la elegancia arquitectónica que carateriza la Basílica, esta inspirada a modelos renacentistas florentinos y nos hace pensar a la gracia femenina de inspiración mariana.
Los altares a lo largo de las paredes laterales fueron realizados después del siglo XVI cuando fueron abiertas las ventanas superiores; antes de esa época el interior de la iglesia sólo tenía el altar mayor, único lugar donde se podía celebrar la misa. Después de la Contrareforma, a causa de las trasformaciones en la organización de la Iglesia, los altares se multiplicaron visto que cada importante familia  podía costruir  el suyo.
Estos altares se salvaron de las intensas restauraciones de fines del siglo XIX, finalizadas al recúpero de un imaginario estilo gótico de las orígenes; fué en esta ocasión que se recuperaron los frescos de la escuela de Lorenzetti que se encuentran en la capilla absidial de San Juan.