La Concatedral de los SS. Marziale y Alberto en Colle Val d'Elsa

El Sagrado Clavo

Entrando en la parte derecha del transepto de la Concatedral, protegida con un cancel de fierro forjado trabajado por el maestro Drea di Lavaccio da Colle del siglo XIII, llegamos a la Capilla del Sacro Clavo; la Concatedral y la Capilla fueron construidos por el primer Obispo de Colle en 1592. Al interior, en el tabernáculo de mármol de Domenico Rosselli, se conserva la preciosa reliquia que de acuerdo a la leyenda fue el clavo que atravesó el pie izquierdo de Jesús.
Representados en el techo de la Capilla, se ven los ángeles que llevan el cáliz a la gloria, que es el simbolo del sacrificio de Cristo, el velo de la Verónica y los instrumentos de la Pasión como la corona de espinas, la vara con la esponja remojada con vinagre, la lanza y la cruz. De notar las tenazas que utilizaron para sacar los clavos de la cruz. Esta decoración  fue encargada por el conde Sabolini en 1823 y es obra del artista Antonio Marini, quien toma como modelo los objetos ya presentados en los tres fragmentos de una grande tela ubicada encima del altar del Sacro Clavo,obra realizada por el pintor barroco Mazzuoli y que ahora se encuentra en el Museo Diocesano.
El Clavo Sagrado ha sido siempre motivo de devoción y veneración de los habitantes de Colle Val d’Elsa. Se trata de un clavo de fierro largo 22 centímetros, con capucho en una extremidad  y con la punta doblada del otro lado.
La antigua tradición dice que la reliquia fue encontrada junto con la verdadera cruz por Santa Elena, la madre de Constantino en el año 326, cuando la Santa fue al Gólgota donde encontraron la cruz de Cristo y las de los dos ladrones. Se cuenta que el reconocimiento de los clavos sagrados de parte de Santa Elena se debió a la brillantez que tenían, comparándolos con otros cubiertos de herrumbre. Se dice que las reliquias fueron protagonistas de eventos milagrosos: durante el viaje de regreso Santa Elena, había calmado una violenta tempestad marina, metiendo uno de los clavos en el agua del mar.
A parte del Clavo de Colle, los otros tres clavos que según la tradición pertenecían a la cruz de Jesús se encuentran: uno en la Basílica Santa Croce in Gerusalemme en Roma junto con otras reliquias de la crucifixión, otro en el Duomo de Milán y el otro en Monza en la Corona Ferrea, una diadema de oro adornada con gemas preciosas que según la legenda fue forjada utilizando uno de los clavos.